jueves, 17 de febrero de 2011

El pote belga.

El llamado pote belga, al que ha hecho referencia Jesús Manzano en sus revelaciones, es un auténtico cóctel molotov que lleva cafeína, heroína, cocaína y anfetaminas, entre otras sustancias. El pote belga se administra de dos formas: inyectado vía intramuscular en dosis de 0,5 mililitros y vía oral, mezclado con glucosa debido a su desagradable sabor amargo. Existe también otra versión, el pote holandés, que, a diferencia del belga, no lleva cocaína. Se estima que ambos potes se llevan consumiendo desde hace ya un par de décadas en el pelotón ciclista, aunque el primero que habló de él fue el masajista del equipo ciclista Festina, el belga Willy Voet, meses después del escándalo protagonizado por su equipo durante el Tour de Francia de 1998. Entonces Willy Voet acusó a varios corredores, entre ellos Virenque, de consumir el pote belga.

La olla belga es tan antigua como el pedalear, pero ésta es simplemente una de las numerosas ollas que se han suministrado a los ciclistas de todo el mundo pero que en cada país y según las costumbres autóctonas de cada sitio sufre ligeras variaciones, eso sí, siempre con la mejor de las intenciones, y siempre pensando en la búsqueda de una mejoría en el rendimiento del deportista en cuestión.
Tras esta breve introducción, pasaré a enumerar algunas de las citadas variantes de la conocida "olla belga" menos conocidas para el neófito pero no por ello menos interesantes.
1- Olla Valenciana. Era una variante de la olla belga que utilizaban los equipos valencianos (léase el kelme) y que consistía en, tomando como base la olla belga, se sustituía el jaco por "Pastillol" a ser posible unos "Batman" o unas "Tortuguitas", según épocas.
Esta olla quedó en desuso en los ya lejanos a la par que añorados años 80, después de que en una etapa en la vuelta a la Comunidad Valenciana, a su paso por El Perelló, y más concretamente a su paso por la archiconocida discoteca Spook Factory, medio equipo del grupo deportivo Kelme echó pié a tierra y se caló en la discoteca. El resto del pelotón creía que decían ¡¡tira, tira!!, pero lo que realmente decían era ¡¡ira,ira!!, y también ¡¡dale,dale!!, y ¡¡toma,toma!!, hasta 12 horas después no salieron de la discoteca, y en un estado totalmente fuera de control, de ahí la expresión ciclista cuando alguien llega fuera de los límites establecidos por la organización, de "ha llegado fuera de control", como homenaje a estos valientes que a pesar de la tunda que llevaban, y barraos cuan mulas, fueron capaces de, después de ponerse el cuño, salir de la discoteca, subirse de nuevo a la bici, y cruzar la línea de meta, para después cogerse un taxi y volverse a la disco a bailar hasta el amanecer no sin antes beberse otro bidón de ese mágico brebaje.
Qué decir tiene que estos probes chavales fueron expulsados de la carrera, por lo que el grupo deportivo kelme dejó de utilizarlo, y recurrió a la tan manida olla belga que pòr lo menos (y según palabras del propio Director deportivo), "los mantiene más tranquilitos". Una pena para todos los amantes del ciclismo (y de las discotecas). He de decir que en aquellas fechas era muy corriente estar en una discoteca a altas horas de la mañana y de repente como el que se toma un cubata, ver entrar a diez ó más tíos vestidos de ciclistas y ponerse a bailar como si estuvieran locos. Las discotecas que ponían precios especiales, e incluso consumiciones gratis para dichos deportistas, no tardaban en pinchar Hits ciclistas de la vuelta España como "con los dedos de una mano, naranaranaranana..." y similares, con lo que la Disco se venía arriba y la muchedumbre literalmente enloquecía. Lo dicho, en fín, una pena que el puritanismo de unos pocos diera al traste con semejante híbrido de Deporte y Diversión, tan apreciado por unos y tan denostado por otros. No obstante todavía quedan algunos seguidores de la vieja escuela, que algún sábado, se enfundan su maillot y su fardagüevos, y rememoran alguna de las míticas étapas de la época gloriosa del ciclismo valenciano
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